El mejor amigo del hombre, también en la lucha contra el cáncer

La oncología comparada encuentra en la enfermedad de las mascotas un terreno para estudiar cómo funciona en seres humanos, probar tratamientos y ayudar al diagnóstico


El estudio del cáncer en los perros contribuye al estudio de la enfermedad en seres humanos.

El estudio del cáncer en los perros contribuye al estudio de la enfermedad en seres humanos.Crédito: Shutterstock
El perro y el hombre son las únicas dos especies que pueden morir de cáncer de prostata. Ambas especies sufren además cáncer de vejiga, de boca, melanoma y osteosarcoma, el temido cáncer en los huesos. No es un dato menor, no es una anécdota. Es un punto de partida.

La "larga y penosa enfermedad" –valga el eufemismo– es una de las pocas grandes cuentas pendientes de la ciencia, contra la que no hay vacuna ni garantía de un tratamiento efectivo. Por eso, una parte importante de la lucha contra el mal está enfocada en la prevención y en la detección temprana.

Y las mascotas, en especial los perros, pueden ser de gran ayuda tanto a la hora de identificar factores ambientales que detonan la enfermedad como de probar nuevos tratamientos. A la hora de las pruebas de drogas y tratamientos, la respuesta de los caninos, comparada con la de las personas, ha sido mucho más cercana que en los casos en que se probó en roedores.

Quizás tenga un cierto dejo de crueldad explicarlo en términos tan llanos, sobre todo cuando se trata de animales que acaban incorporándose a la familia como un miembro más. Pero la verdad científica es que el cáncer natural en perros se parece al cáncer humano mucho más que el que se pueda inducir en una rata, en un laboratorio. Además, la expectativa de vida limitada de los perros hace que sus enfermedades se desarrollen y se puedan estudiar en períodos más cortos.

Hay tipos de cáncer que se dan de manera similar en personas y animales.

De la mascota al amo

El osteosarcoma, cáncer en los huesos, se da en humanos mayormente en la adolescencia y, en perros, mayormente en razas de gran tamaño. El tratamiento quirúrgico consiste en raspar el hueso para remover las células afectadas, rellenar el espacio y cubrirlo con una placa metálica. Este procedimiento fue desarrollado originalmente en la Universidad de Colorado... para tratar animales. Hoy es práctica habitual en personas. Hace treinta años, un caso de adolescente con osteosarcoma hubiera terminado en amputación. Ya no.
El tratamiento quirúrgico para el osteosarcoma fue desarrollado primero para perros

Algo similar sucede con el estudio del cáncer de mama. Diferentes estudios han comprobado que las perras esterilizadas son menos propensas a sufrirlo. Lo mismo sucede con las mujeres que tienen una primera menstruación tardía, que han entrado en la menopausia o que, por alguna razón, se les han removido los ovarios en un quirófano. La esterilización humana como forma de prevención del cáncer es por cierto polémica. Pero la similitud entre el comportamiento del cáncer en personas y animales es, en definitiva, un terreno de estudio que podrá llevar a que, a futuro, se evite.

Uno de los grandes misterios del cáncer es el funcionamiento de la temida metástasis: la expansión de las células cancerosas de un órgano a otro que vuelve a la enfermedad irreversible. La metástasis es impredecible. Estudiar la evolución de la enfermedad en el ciclo vital mucho más corto de los perros debería servir, a futuro, para poder pronosticar hacia qué órganos hace metástasis un tipo de cáncer específico.

Un caso reciente en la Universidad de Indiana demostró la utilidad de estudiar el cáncer canino para mejorar el diagnóstico en personas. El animal sufría un osteosarcoma que había hecho metástasis a los pulmones, según indicaban las imágenes de una tomografía computada. Tras su muerte, la autopsia demostró que la presencia de células cancerosas en los pulmones era mucho mayor de lo que indicaba el tomógrafo. El antecedente servirá para mejoras tecnológicas en el diagnóstico por imágenes.

A través de las mascotas se puede detectar tempranamente la presencia de cancerígenos.

Detectores de cancerígenos

Las mascotas pueden resultar también una clara, aunque triste, señal de advertencia. La exposición cotidiana y accidental cosas como pesticidas, productos químicos u otros tóxicos en general puede mostrar síntomas primero en animales. Por ejemplo, el mesotelioma –cáncer de tejidos abdominales, provocado por la exposición a asbestos– puede tardar hasta tres décadas en desarrollarse, entre la exposición al cancerígeno y los primeros síntomas. Un animal enfermo de este tipo de cáncer puede significar que sus amos también fueron expuestos y tratar la enfermedad en forma preventiva.

Porque el dolor de la muerte de una mascota amada puede tener, desde la ciencia, un lado positivo: sumar un granito de arena a la lucha contra una enfermedad que sigue siendo un enemigo tan silencioso como invencible.