Mientras todos miran si Daniel Scioli se baja, el que se puede ir es Carlos Zannini

Por: Fabián Doman


Carlos Zannini y Daniel Scioli, fórmula en peligro
Crédito: Adrián Escandar



En el medio de los rumores –originados en el ambiente financiero de Wall Street– que pusieron en dudas en las últimas horas la presentación de Daniel Scioli a la segunda vuelta del 22 de noviembre, cuatro fuentes oficialistas confirmaron a Infobae que entre el domingo a la noche y el martes por la mañana lo que efectivamente estuvo en discusión fue la continuidad de Carlos Zannini como candidato a vicepresidente del Frente para la Victoria.

Más allá de las consideraciones legales acerca de cómo se reemplazaría a un candidato a vicepresidente de una fórmula, y si se puede hacer, el caso Zannini y las críticas que desde el círculo naranja partieron para el kirchnerismo, y en concreto contra la propia Presidente y Aníbal Fernández, fueron los motivos por los que la Casa Rosada suspendió a último momento el encuentro entre Cristina y el candidato "oficialista".

Mientras, el sciolismo tiene preparada para mañana una cumbre en Tucumán de Scioli con los gobernadores peronistas afines, convocada originalmente para organizar la campaña y que puede terminar en una catarsis política sobre el futuro del candidato. En el medio, Fernández y su par bonaerense Alberto Pérez estaban en esta tarde en contacto para tratar de bajar los decibeles y pacificar el clima al menos hasta la segunda vuelta.

"Cualquiera que conozca a Scioli sabe que nunca se bajaría de un ballotage. Aunque tenga diez encuestas que le digan que pierde, lo que hasta ahora además no sucedió", dicen cerca del gobernador bonaerense. La cuestión Zannini fue mucho más grave de lo que ha trascendido, teniendo en cuenta que en las horas posteriores a la primera vuelta hasta hubo un amago de pelea a golpes entre dos dirigentes del círculo más cercano a Scioli.

El episodio Zannini tuvo dos momentos. La primera noticia "externa" del caso aparecía ayer martes cuando dirigentes oficialistas se pusieron a la búsqueda de un candidato a vicepresidente en reemplazo del secretario legal y técnico. Entre los nombres que se barajaron el primero que apareció fue el de Roberto Lavagna. El argumento de su postulación es que tiene historia personal peronista, fue funcionario de un gobierno radical –el de Raúl Alfonsín–, candidato de ese partido en el 2007 y ahora está con Sergio Massa en el Frente Renovador, y por lo tanto podría atraer al electorado independiente hoy esquivo a Scioli. El nombre de Lavagna fue el más repetido en el campamento naranja, también como teórico ministro de Economía y hasta jefe de Gabinete.

¿Por qué se buscaba un candidato reemplazo de Zannini en la tarde de ayer? Porque entre el domingo a la noche y el lunes a la mañana, el candidato a vicepresidente, enterado de la postura de varios dirigentes sciolistas en favor de "deskirchnerizar" la campaña, se habría comunicado telefónicamente con Scioli para decirle que si esa era su decisión, él directamente renunciaría a la fórmula en forma inmediata. "Si nos vamos a apartar del proyecto, yo no tengo más nada que hacer acá", dicen que fue su seca respuesta.

Las fuentes que confirman este relato de los acontecimientos, explican que por esta razón Scioli en el discurso del domingo a la noche y en la conferencia de prensa del lunes, lejos de apartarse del relato oficial K que lo acompañó toda la campaña lo reafirmó. ¿Habrá sido la reacción de Zannini emocional e intempestiva frente a los cuestionamientos a su jefa política, o fue una respuesta fría y calculada y previamente hablada con ella?

Como sea, los naranjas y también varios kirchneristas paladar negro ayer se ocupaban de buscar un suplente. Sabiendo del virtual quiebre en la relación Scioli-Zannini y previendo lo peor –que finalmente Zannini se vaya– es que se dedicaron a prevenir una nueva crisis con una rápida solución.

Lo increíble es que la búsqueda, hasta donde se sabe, no habría avanzado a mayores, no tanto porque nadie aceptó, sino porque no surgieron nombres potables que se supiera le agregara votos independientes a la alicaída campaña de Scioli. También jugó otra interpretación de varios sciolistas, que era aceptar la renuncia de Zannini, despegarse del Gobierno y de Cristina y hacer una nueva campaña en 20 días. Quienes defendían esta postura argumentaban que desde que Zannini se sumó a la fórmula, Scioli no creció nunca. Más bien todo lo contrario.

Mientras la convivencia Scioli-Zannini fue en las últimas horas uno de los escenarios de la complicada relación entre kirchneristas y naranjas, un capitulo aparte es el caso Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete -de enorme influencia en la Presidente y viceversa- no se sabe si porque está convencido, porque apareció en él un mecanismo de autodefensa para no reconocer defectos, o porque son ciertas sus pruebas de que Scioli mandó a cortar su boleta a varios intendentes, se ha dedicado desde el domingo a la noche a hablar muy mal del mundo sciolista a cualquiera que lo quisiera escuchar.

Y muchas de sus afirmaciones ya han abandonado el mundo de la política, para apuntar a lo personal y en especial al patrimonio del gobernador bonaerense y de su mujer Karina Rabolini. Fernández cree que la aparición de Martin Lanatta en televisión una semana antes de las PASO no fue un descuido del sciolismo, sino una operación orquestada por Ricardo Casal y Julián Domínguez que Scioli conocía y no frenó a tiempo, y lo que es más grave, según su lógica, que terminó siendo "un tiro en el pie" para el propio candidato a presidente. "La estación Presidencia tiene para Scioli una estación previa que es la gobernación de Buenos Aires. Si yo pierdo, él también", fue uno de los rezos laicos que se le escucharon durante toda la campaña al jefe de Gabinete.

Pero no es todo. El kirchnerismo paladar negro está molesto con Scioli por el abandono que dicen hizo de candidatos históricamente identificados con ellos, como Hugo Curto. Este martes, no por casualidad Julio de Vido se mostró con el fallido intendente de Tres de Febrero en un gesto inequívoco de que, según explican, "hay que estar con la gente en todo momento. No solo cuando te sirven para un foto".

Con todo, el teórico alejamiento de Zannini conllevaba un elemento mucho mayor y al que se debe prestar enorme atención en las próximas horas: muchos kirchneristas le han llenado el oído a la Presidente diciendo que el Gobierno debe abandonar a Scioli a su suerte. "Si tanto problema se hacen con que no les fue bien por culpa nuestra, nos vamos de la campaña, se baja Zannini y que Scioli demuestre cuántos votos propios tiene. Porque lo mucho o poco que sacó el domingo es nuestro. Él no trajo a nadie", se quejan en el primer piso de la Casa Rosada.

De ahí que la Presidente haya evitado la foto con Scioli este miércoles. Mañana todo puede cambiar. Quizás el sciolismo olvidó recordar la gran capacidad de daño y el enorme ego que siempre ha tenido el kirchnerismo. Y que llevado al extremo, prefieran con su inacción dejarle el camino libre a Macri –como era el plan original hasta febrero, pasarse a la oposición y olvidarse de la elección. Claro que para ese plan contaban con retener Buenos Aires.