De Ushuaia a La Quiaca en bicicleta para construir una escuela en Salta


 
De Llanos, organizador del Cruce de la Argentina, junto a otro participante. Foto: LA NACION / Mauricio Giambartolomei
Treinta ciclistas. Treinta deportistas amateurs embarcados en la aventura de recorrer más de 5.000 kilómetros, de sur a norte de la Argentina, por paisajes inhóspitos a través de laRuta 40 , desde Ushuaia a La Quiaca con un solo objetivo: colocar la piedra basal de una escuela que se construirá con lo recaudado por la misión.
Será a partir del próximo 3 de enero cuando se inicie el segundo Cruce de la Argentina en bicicleta , una travesía de 26 etapas que involucra un fin solidario y un desafío personal. Cada participante pedaleará, al menos, 120 kilómetros diarios para llegar al objetivo.
El promotor de la idea es Rodolfo Llanos , quien en 2011 realizó la misma ruta, pero en soledad, dándole impulso a este recorrido, que debe terminar en La Quiaca el 29 de enero.
"La idea surgió en 2010 cuando corrí 165 kilómetros en la montaña, la carrera que se llamaba La misión y era para recaudar plata y construir un merendero", cuenta De Llanos a LA NACION , a pocos días de iniciar la travesía. En esa oportunidad se juntaron más de 20.000 pesos destinados a un comedor de 500 chicos del barrio Congreso Nacional, en Cerrillos, Salta.
Esos pibes debían caminar cinco kilómetros, al borde de la ruta, para llegar a la escuela. Y esa fue la principal excusa de la aventura. "Empezamos con la movida y surgió, como para hacer presión y que el Gobierno de Salta nos dé el terreno", cuenta el organizador.

LA AVENTURA

La mayoría de los participantes del cruce son profesionales independientes y algunos pocos son deportistas. Son argentinos, pero también vendrá un ciclista de México. Tienen en común su pasión por los deportes extremos y han participado en triatlones o maratones. A ellos se les sumarán otras 10 personas responsables de la logística. La organización recibió 700 llamados de personas que querían sumarse a la causa, pero sólo 30 fueron los elegidos.
El Cruce de la Argentina en bicicleta tiene un costo de 17.000 pesos por persona, monto que está destinado a cubrir los gastos de traslado, hospedaje, comida y el fondo para la escuela, que se construirá en un terreno donado por la provincia de Salta que, además, proveerá los planos y las conexiones de servicio.

"Nosotros recolectamos el dinero y contratamos al constructor; tenemos el terreno con una cesión provisoria, un comodato. Terminada la obra, el gobierno recupera la tenencia de la tierra y se queda con la escuela", explica Llanos. En marzo de 2014 la obra debería finalizar.

INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL

El cruce fue declarado de Interés Turístico Nacional. Lo mismo sucedió en varias provincias por donde pasará. "Convocará mucho en las ciudades, con caravanas y organización de bicicletadas con la comunidad. La gente puede participar de un tramo gratis, donando un alimento no perecedero", cuenta. Esta actividad se realizará en Ushuaia, Río Gallegos, Mendoza, El Bolsón, Bariloche y San Juan.
Todos los días, después del inicio de cada etapa, el campamento se movilizará unos 250 kilómetros hasta la siguiente ciudad donde esperará a los ciclistas. Entre estaciones hay un momento de pedaleo a la mañana y, después del almuerzo abundante, otra opcional a la tarde. Quienes no desean seguir en bicicleta pueden tomar el transporte del grupo y hacer visitas turísticas guiadas.
Tanto participantes (todos hombres) como miembros de la organización dormirán en carpa, hostel u hotel, depende del lugar. Y la alimentación será muy importante ya que para completar el recorrido deberán consumir un promedio de 5.000 calorías diarias. El menú cuenta con pastas, cordero patagónico, pollo al disco, estofado, arroz con pollo, entre otros.

LA PRIMERA EXPERIENCIA

 
De Llanos, organizador del Cruce de la Argentina, junto a otros participantes. Foto: LA NACION / Mauricio Giambartolomei
Si bien la segunda edición despertó mucho entusiasmo, y el uso de la bicicleta está cada vez más difundido, no está garantizada la continuidad del cruce. "Si tuviera la guita para hacer la escuela, la hago y no habría cruce. El compromiso es con la gente y no sé si habrá otro", se sincera Rodolfo. "Me encantaría que haya una Vuelta a la Argentina, pero no sé si soy yo quien debería organizarlo. No está pensado para continuarla".
¿Las razones? Para realizarla es necesario un gran esfuerzo físico y psicológico. "Renunciás a tu calidad de vida, la cama, el aire, la comida en un restaurante... Pasás de ser un tipo civilizado a vivir en la naturaleza extrema", describe.
Cuando recorrió la Argentina de punta a punta, en soledad, se encontró con varios obstáculos que pusieron en jaque su objetivo. "Llegué a Tolhuin y después me fui a Río Grande; al otro día quería volverme a Buenos Aires, muy desanimado y sin energía, encontré todas las excusas posibles para renunciar".
Aunque los primeros días los compartió con su hijo y su cuñado, luego la soledad de la ruta pesó aunque no lo suficiente para hacerlo abandonar. "También en San Rafael estuve a punto de volverme, a mitad de camino. Hacía dos días que se había ido mi hijo, era otra vida. Mi mujer me dijo: 'Fijate cómo vas a estar cuando te vuelvas', y ese fue el impulso necesario para terminar", recuerda.
A pesar de esos momentos, Rodolfo siente que "no fueron sufrimientos", fue parte de una aventura. "Se puede disfrutar todo el entorno. Yo iba sacando fotos con el celular, es un carnaval. Lo lindo del espacio, lo que vas disfrutando, te saca de la cabeza el sufrimiento".
Su travesía fue muy diferente a la que realizarán los 30 intrépidos desde el 3 de enero. Aunque el objetivo y el desafío personal, serán los mismos.
 
Rodolfo al llegar a La Quiaca en la travesía de 2011. Foto: Gentileza Rodolfo Llanos