El asesinato de Imer, el adolescente de 12 años, es sólo la punta del iceberg; el miedo y la impotencia de una comunidad que no encuentra justicia ni espacio en la sociedad
Villa Río Bermejito, Chaco.- Fariceo no habla mucho español, pero balbucea tres palabras con una voz apenas audible y temblorosa y dice todo lo que quiere expresar. "Criatura, inocente, injusticia". El hombre, miembro de la comunidad Qom que habita en El Impenetrable chaqueño, tuvo que vivir hace dos semanas la peor pesadilla que puede imaginar un padre: la muerte de un hijo.
Sentado junto al río en donde fue hallado el cuerpo sin vida del pequeño Imer Ilvencio Flores , Fariceo agacha la cabeza y mantiene un silencio de varios minutos. El calor del mediodía chaqueño -por encima de los 40 grados- lo hace sudar hasta empaparle cada uno de los pequeños surcos que dejan las arrugas de su cara, pero él permanece inmutable.
Repite para sí mismo todo lo que le explicó la policía: que el cuerpo de su hijo yacía a metros de lo que la noche anterior había sido escenario de una fiesta para miles de personas, en la apertura de temporada en Villa Río Bermejito; que tenía el rostro desfigurado y la ropa ensangrentada; que con apenas 12 años, el joven qom había recibido una golpiza mortal. Toda su familia la vincula al odio racial del que son víctimas constantemente los miembros de esa etnia.
El cadáver fue identificado por el propio Fariceo cuando fue trasladado a Castelli. Los médicos forenses le mostraron la remerita, el pantalón, las zapatillas. Y luego el cuerpo. Fariceo no durmió durante varios días buscando una explicación. "A veces, sueño no viene", dice en voz baja, manteniendo la mirada fija en la orilla del río como intentando reconstruir los eventos que llevaron a su hijo a acabar muerto en ese lugar.
Ruben, primo hermano de Imer, también está consternado. "Era un chico respetuoso, amable. Él estudiaba e iba a una escuela. Nosotros como Qom sufrimos muchas veces esos agravios, insultos y amenazas", cuenta. Según Rubén, Imer y sus amigos fueron acosados durante toda la noche de la fiesta por una familia conocida en el pueblo. Dos de ellos están detenidos.
"Los asesinos estuvieron siempre cerca del grupo de amigos de Imer, como investigándolos o acechándolos. No sabemos cómo lograron separar a mi primo del grupo. Y cuando lo vieron débil y solo, lo golpearon hasta matarlo", relata Rubén.
VIVIR CON MIEDO
Son alrededor de 15.000 los Qom que habitan el inhóspito territorio del Impenetrable chaqueño. Una parte de ellos abandonaron los parajes de la zona de monte para acercarse a territorios más urbanizados, en busca de trabajo y fundamentalmente de agua, un recurso escaso en la zona.
Con esta migración interna llegaron nuevos conflictos. Para poder reclamar el acceso a condiciones dignas de vida, los Qom incorporaron el piquete como medida de fuerza. Esto sumó rispideces en una ya complicada relación con la comunidad "criolla", como ellos llaman a los vecinos que no pertenecen a ninguna de las tres etnias predominantes de la zona (Wichi, Moscovi y Qom).
En la localidad de Bermejito, la muerte de Imer no hizo más que acrecentar los conflictos y prejuicios. En un territorio donde el agua no abunda y los indígenas suelen ser despreciados e insultados, los Qom ven el turismo como una amenaza.
"Queremos pedir que se dejen de hacer esas fiestas de temporada. No sólo consumen nuestra agua, sino que siempre que llega esa masa de gente muere un hermano", denuncia Ruben, el primo de Imer.
Los jefes de familias qom tienen miedo de dejar que sus hijos asistan a esos eventos que llegan a congregar hasta 20.000 personas. También temen que caminen solos por las calles. Y tenerlos en casa todo el tiempo significa un permanente hacinamiento de al menos diez personas en viviendas de unos 15 metros cuadrados.
"La policía no está actuando bien. Falta prevención. Pedimos justicia", dice Edilberto Pérez, carashe (referente de la comunidad) del consejo Qompi Naqona'a. Su cara morena se contrae en un gesto de angustia cuando señala en una foto al pequeño Imer.
La casa de Pérez se ha convertido en un centro de reunión. Afuera, varios representantes de familias de la comunidad buscan reparo bajo la sombra de un árbol. Toman las destartaladas sillas de plástico que encuentran en la casa del carashe y participan casi en completo silencio de una reunión con gente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, que se ha acercado a Bermejito por el reciente asesinato.
El carashe da unas indicaciones y se aparta de la comitiva para seguir con su relato de las dificultades que agobian a los suyos. "A mí también vinieron a perseguirme dos personas; me querían matar. Porque saben que defiendo nuestros derechos. Nosotros buscamos ayuda para nuestro pueblo, no andamos mal con ellos", se lamenta el referente, juntando las manos, ajadas por la sequía que afecta la zona desde hace unos meses.
"Nos tratan de vagos y piensan que no queremos trabajar. Eso no es cierto. Nosotros queremos poder alimentar a nuestros hijos. Queremos convivir en paz", dice Pérez.
CUANDO LA MUERTE ACECHA
El homicidio de Imer no es el primero que vive esta comunidad. Y temen que no sea el último. "Siete jóvenes fueron asesinados en los últimos siete años. Nunca se investigó. Sabemos que todos son víctimas del racismo que ataca a nuestra comunidad", cuenta el primo de Imer.
En diálogo con LA NACION, el gobernador Jorge Capitanich indica que recibieron las denuncias por las muertes anteriores y que, además de presentarse como querellantes en la causa por la muerte de Imer, están investigando los otros casos.
"En principio no notamos en estas causas un patrón vinculado a la discriminación o a cuestiones racistas, pero estamos analizando cada una de ellas detenidamente. Son todos hechos muy distintos. Nos hemos comprometido a esclarecerlos", explica el gobernador de Chaco.
Con respecto a los detenidos por el asesinato del pequeño qom, que son miembros de la familia Franco, conocida en la zona, Capitanich asegura que se están haciendo los cotejos del ADN hallado en la ropa del menor para comparar con muestras de los sospechosos.
"Estos hombres tenían denuncias por más de 30 contravenciones generalmente por hechos de violencia", sostiene Capitanich. Según el informe que la policía le entregó al gobernador, la mayoría de estas contravenciones tienen que ver con la perturbación del orden público, portación de armas, estar alcoholizados en la vía pública, amenazas y malos tratos.
La comunidad Qom de Bermejito asegura que los detenidos ya habían manifestado actitudes agresivas hacia los miembros de la etnia y que "tienen una relación muy cercana con el intendente" de la localidad, Lorenzo Heffner.
Además de las otras muertes denunciadas por los familiares de Imer, hechos recientes acrecentaron el temor de los indígenas.
El sábado pasado, Gerardo Rodríguez Teodoro Aranda, otro joven qom, apareció golpeado e inconsciente en la zona de monte de Bermejito. Días después, cuando recuperó la conciencia, declaró a miembros de la comunidad que fue interceptado por una camioneta blanca, conducida por un "criollo", quien "luego de chocar su moto, se bajo de la camioneta y le arrojo varias patadas". Para salvar su vida, el joven huyó hacia el monte.
Lo encontraron porque su moto había quedado tirada al costado de la ruta. Le habían robado las ruedas, pero todavía estaban las marcas del choque.
Estos no son los únicos ataques recientes El pasado 10 de diciembre, un gendarme atropelló y mató a una mujer de 49 años y su nieta de 10 meses, ambas de la comunidad La Primavera, en una ruta de Formosa. También cerca de esa comunidad fue golpeado Juan Daniel Asijak , un adolescente qom, que falleció días después.
LA BARRERA DEL IDIOMA
Al miedo se le suma otro obstáculo: la incomprensión del castellano. Salvo algunos referentes y los pocos jóvenes que no abandonan temprano la escuela, la mayoría de los qom sólo hablan su propia lengua.
Esto afecta particularmente la investigación por la muerte de Imer. Los testigos, amigos del joven que fueron con él a la fiesta, apenas manejan algunas palabras en español. Cuando repiten sus testimonios, incurren en contradicciones propias de la barrera idiomática.
Además, a la familia se le complica seguir de cerca la causa. "El representante es el doctor Tomás Benedetto, quien tiene un gran compromiso con la comunidad Qom", asegura Capitanich.
Los familiares de Imer están de acuerdo con esa representación, aunque analizan contratar a su propio abogado. "Aún no se pusieron de acuerdo para hacerlo. Quieren a alguien que tenga un vínculo con la comunidad, y entre los qom no hay abogados", explica Pablo Denardi, lenguaraz de la comunidad.
Tampoco les fue fácil comprender la importancia de la autopsia. La manipulación del cuerpo del pequeño Imer impactó mucho a su familia, que se negaba a permitirlo. "Aún hoy no aceptan que su hijo haya sido abierto por los forenses. Es algo muy difícil de comprender para la comunidad", dice Denardi.
Fariceo no quiere ni hablar de ese momento. Su cuerpo se contrae ante cada referencia a la manipulación del cadáver de Imer. Se lleva las manos a la cara y se refriega los ojos con fuerza como queriendo borrar una imagen. Otra vez susurra: "Criaturita, ino
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