Amsterdam se vistió de fiesta y los argentinos fueron protagonistas



Un nutrido grupo de argentinos desplegó pancartas y sorprendió por su fervor a los holandeses durante la histórica investidura de Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta.


Con un nutrido grupo de argentinos que hizo oír su grito de "Máxima, Máxima", desplegó pancartas y sorprendió por su fervor a muchos holandeses, Amsterdam se vistió hoy de naranja y fiesta para las históricas celebraciones por la investidura de Guillermo-Alejandro y la bonaerense Máxima Zorreguieta.

Los cientos de argentinos eran rápidamente reconocibles entre las decenas de miles de personas que participaron de la colorida fiesta callejera organizada en la Plaza Dam de Amsterdam para despedir el reinado de la reina Beatriz y saludar el de su primogénito Guillermo y Máxima, nuevos monarcas de Orange-Nassau.

Desde muy temprano, y sumándose a una decena de personas que pasó la noche en la plaza -histórico espacio que une el Palacio y la Nueva Iglesia- las columnas de entusiastas que llegaban desde las avenidas Damrak y DamStraat completaron el colorido cuadro popular, que llegó a sumar decenas de miles de personas.

 


El grupo de argentinos, que se congregó en la red social Facebook durante las últimas semanas, fue de los primeros en llegar en la fría mañana que abrazó a la "ciudad de las bicicletas", y ocupó uno de los primeros lugares tras el vallado, a unos 50 metros del balcón real.

Dos pantallas gigantes desplegadas a la derecha del Palacio Real, el edificio que alberga al Museo Madame Toussaud, y a su izquierda, cerca de la Nueva Iglesia, permitieron a los asistentes observar cada detalle de la esperada ceremonia de abdicación de Beatriz, la primera del largo día de actos oficiales.

Las banderas y pancartas desplegadas por los argentinos desataron varias veces los reclamos de algunos holandeses presentes, desacostumbrados a este tipo de manifestación y molestos porque su despliegue les impedía ver las imágenes.  

Una atronadora ovación rompió la tranquilidad cuando las pantallas empezaron a mostrar imágenes de la ceremonia en el Salón Moisés del Palacio, a sólo metros de la manifestación.

La emoción de los asistentes tocó su clímax varias veces cuando las pantallas mostraban primeros planos con los rostros emocionados de los nuevos monarcas o de Beatriz y, muy especialmente, cuando las cámaras se centraban -con planos de luminosidad y encuadre memorables- en las hijas del matrimonio real: las princesa Catalina Amalia, Alexia y Ariana.

Cada aparición de la monarca saliente (desde ahora, su alteza real princesa Beatriz) fue acompañada a viva voz por los miles de asistentes que ataviados con pelucas, gorros, chalecos, camperas y pañuelos naranja, cantaban "Bea-Bea-Bea bedankt" (gracias Beatriz), varios de ellos visiblemente emocionados.

Emocionante

La emoción de los argentinos no era menor, y el conjunto de compatriotas identificado con remeras naranjas y un corazón albiceleste en el pecho acompañaba la ceremonia al grito de "Máxima, Máxima", mientras Laura, una de las organizadoras del grupo visiblemente emocionada, que lleva 7 años acá, comentaba a Télam que era "uno de los días más emocionantes" de su vida.

Silvana, en tanto, otra argentina que vino hace dos años a cursar un doctorado en farmacología, prefirió decir escuetamente que estaba "muy feliz", mientras saltaba y agitaba una corona color naranja.

Cuando los nuevos monarcas y Beatriz salieron al balcón volvieron a emocionar a la multitud que voceaba sus nombres durante varios minutos, gritos que recobraron nueva fuerza cuando salieron a ese lugar las hijas del matrimonio real.

Al retirarse los monarcas del balcón, y a la espera de la ceremonia de abdicación que se celebró 2 horas y media después, miles de asistentes se desconcentraron y pasearon transitoriamente por las calles céntricas luciendo sus variadas versiones de disfraces naranjas, típicos del "Día de la Reina", que además de la investidura es celebrado hoy.

Durante la investidura en la Nueva Iglesia, seguida también por miles de personas, cada palabra del nuevo rey gatilló nuevas ovaciones de una Plaza Dam atiborrada de gente, aún más que en la ceremonia matinal.

Mientras se desarrollaba el tradicional rito en la plaza, varias calles adyacentes mostraban un interminable y variopinto flujo de personas que, menos interpeladas por la liturgia monárquica, se concentraban más en la fiesta callejera a la espera del desenfreno con el que suele culminar el "Día de la Reina".

En estas calles, el común denominador -además del omnipresente naranja y el logo con las letras WA- era una banderita pequeña que todos agitaban a cada rato y que decía en el anverso "Hallo Willem-Alexander" (Hola, Guillermo Alejandro) y en el reverso "Dag Beatrix" (Adiós Beatriz).

Fiesta callejera

Al culminar la ceremonia, el rey, la reina, la princesa Beatriz y varios miembros de la comitiva pasaron por una senda techada que une la Iglesia y el Palacio Real.

Andrei Tomas y Ludmira Tomás, una pareja de Curazao que estaba entre los que más se quejaban por las pancartas argentinas durante la ceremonia, se acercaron luego en actitud amistosa para declarar a Télam que Máxima era "una reina verdaderamente hermosa".

Como en el acto matinal, la desconcentración dio lugar a una intensa fiesta callejera caracterizada por gritos, risas, cerveza y un fuerte olor a marihuana.

Los argentinos presentes, que no quieren quedar fuera del festejo, tenían previsto reunirse por la noche en el restaurante "Tango Argentino" para continuar con el festejo "hasta que las velas no ardan", comentó uno de ellos.