12 deMayo 1986 en Buenos Aires muere Alicia Moreau de Justo


Médica, dirigente del Partido Socialista, militante en las luchas feministas de principio de siglo XX, directora de la revista Humanidad Nueva y del periódico La Vanguardia, en su ancianidad participó de la creación de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos. Fundadora del Ateneo Popular, el Centro Socialista Feminista, la Unión Gremial Femenina y la Unión Feminista Nacional, en 1932 elaboró un proyecto que quince años después sería uno de los pilares de la ley de sufragio femenino sancionada en 1947. Autora de Evolución y educación, La emancipación civil de la mujer, El Socialismo según la
definición de Juan B. Justo, La mujer y la democracia
, etc., había nacido en Londres, Inglaterra, el 11 de octubre de 1885.



“Siempre creí que este país merecía ser distinto. Que un día íbamos a unirnos todos y el destino cambiaría. Recuerdo los barrios obreros de esta ciudad cuando llegábamos con las banderas rojas, y la gente se iba reuniendo y se iban logrando cosas. Cuando el partido socialista era una parte linda de la vida. Cuando las mujeres nos juntamos por primera vez y empezamos a pelear por nosotras…”.

“Médica, política, defensora de los derechos humanos y pacifista. (1885-1986)

Nació el 11 de octubre de 1885 en Inglaterra, hija de Armando Moreau francés y de María Denanpont. Siendo niña viajó con su familia a la Argentina.
Realizó sus estudios en Buenos Aires, recibiéndose de maestra y profesora en la Escuela Normal número 1. Se graduó de médica en 1913 con diploma de honor. Había cursado el sexto año de estudios en la sala de Ginecología del viejo Hospital de Clínicas, en Buenos Aires, y el séptimo, y entonces último, en la sala de Clínicas del mismo establecimiento.
Este logro fue muy sorprendente en esta época, donde las mujeres eran discriminadas y no se las dejaba ejercer sus estudios y la medicina con facilidad. Alicia creía que era “necesario combatir el dolor humano”, como confesó al ser proclamada la médica argentina del siglo, poco antes de su muerte.
Luchadora incansable por los derechos humanos y la reivindicación del género femenino, fue una de las primeras mujeres en integrarse al quehacer político argentino.
En 1902 creó junto a otras compañeras “El Centro Socialista Feminista” y “La Unión Gremial Femenina”, construyendo las bases para el reconocimiento de igualdad de la mujer en la sociedad Argentina.
Comenzó su actividad intelectual en el Foro de Libre Pensamiento en 1906, con un trabajo sobre educación y ese mismo año fundó el centro feminista.
Entre sus obras más importantes se encuentran:
  • “La mujer en la Democracia”,
  • “El Socialismo según la definición de Juan B. Justo”.
Dirigió además, entre otras, la revista “Vida Femenina”.
Fundó la Confederación Socialista Argentina y la Fundación Juan B. Justo, la que presidió hasta su muerte.
Falleció a los 101 años, el 12 de mayo de 1986.”
Alicia Moreau en la vision de Eva Giberti,Medica
“Cuando yo era chica, hace tiempo ya, escuchaba cómo en mi casa hablaban de una mujer que “estaba en la política”. La mencionaban con respeto pero como si se tratase de algo extraño. Y en realidad lo era en aquella época.
En otros sectores “la rareza” no era respetada; por el contrario, se la descalificaba: otros chicos crecieron en el asombro o el descrédito ante la militancia política de una mujer caracterizada como ajena a los problemas “típicos y esenciales” de la feminidad, aquellos que las recluían en el hogar, en la invisibilidad de la tarea doméstica y las ceñía exclusivamente a la demanda filial. Resultaba “mal visto” eso de meterse en política siendo mujer, y además entrañaba riesgos de toda índole.
Pasó el tiempo.


Siendo adolescente -y como tantos jóvenes en aquel momento- asistí a una conferencia en la Casa del Pueblo. Me tocó bajar en el ascensor junto con ella. Con la petulancia ingenua de quien supone que su palabra puede resultar trascendente le dije:”La felicito, doctora, por lo que usted hace” Desatino total ¿Desde qué lugar podía yo felicitarla? Debía haberle dado un beso y callarme la boca. Ella sonrió y me dio las gracias.

Pasó el tiempo. Alicia Moreau de Justo había dado pruebas inequívocas de su valor, de su tenacidad y de su compromiso político. Su nombre era un Nombre prestigiado.
Cierta vez yo debía hablar acerca de la mujer en una Fundación; eran los tiempos en los que el tema mujer se recortaba como una venturosa alternativa, como posibilidad de denunciar en nuevos espacios las opresiones y las impotencias. Ocupando mi lugar en el escenario, en mitad de la conferencia levanté la vista de mi texto y la encontré casi delante de mí, perdida entre las asistentes de las primeras filas. Sólo atiné a interrumpir el párrafo y a decir:”Aquí está Alicia Moreau de Justo” y ya no recuerdo qué palabras utilicé para homenajearla, desconcertada por su presencia. Advertí que los términos de la situación estaban confundidos y que distribución debía ser otra: ella hablando y yo escuchando.

La busqué al salir:”Doctora,¿qué hace Usted aquí?” Me contestó:”Quería saber qué decía una psicóloga hablando de la mujer. Como soy médica. Pero me hubiese gustado que usted se refiriese un poco más a la mujer y a la política”
¡Qué lástima Alicia, qué lástima! En aquel momento no pude aprovechar el mensaje: la colonización intelectual que me había enseñado a creer en la asepsia y neutralidad de la tarea profesional me impidió comprender lo que Usted me estaba diciendo. La política era para mi, como para tantas otras, apenas una lontananza cargada de presagios.
No volví a verla personalmente nunca más.
Pasó el tiempo. Septiembre 1973. Acababan de llevárselo a mi hijo Hernán y lo tenían desaparecido. Embadurnados por el miedo, la casi totalidad de amigos y conocidos no daban señales de vida a mi alrededor. Entonces, en el teléfono más “pinchado” de Buenos Aires, el de mi casa, surgió la voz de Alicia:

-”Soy Alicia Moreau de Justo. Quiero hablar con usted. Qué noticias tiene de su hijo?”
-”Ninguna doctora, ninguna”.
-”Mire Eva: usted sabe quien soy y lo que pienso acerca de Perón. Conoce mi línea como opositora. Eso ahora no importa. Si usted quiere, yo lo voy a ver a Perón y le pido por Hernán; le pido por un joven de veinte años que se ha equivocado. Seguramente me va a escuchar”
Recuerdo bien qué le contesté, pero el resto del diálogo quedará entre nosotras dos. El trámite no se realizó pero ese ofrecimiento, jugado entre la vida y la muerte, fue parte de lo que nos ayudó a sobrevivir. El episodio me permitió medir, desde otra dimensión, qué entendía ella por política y mujer. (*)
Siguió pasando el tiempo. Actualmente Alicia Moreau de Justo es ovacionada cuando llega a la Plaza de los Dos Congresos para celebrar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer; en la misma ciudad donde grandes sectores la consideraban extraña y criticable su militancia partidaria y donde aún continúa siendo infinitamente difícil ocupar el lugar que ella impulsara para la política diseñada por la mujer.
Pero donde ya no retrocedemos como no retrocedió ella cuando se trató de hacer política partidaria o construir la Política que nos compete como ciudadanas. La que promovió desde la Sociedad Luz de Barracas, desde el Congreso popular de Educación, o desde la Unión Feminista nacional, o en el Comité Pro Paz, en el Congreso Internacional de Obreras y en tantos otros territorios ocupados por los desposeídos y los humillados.
Lo que supo y pudo hacer tendiendo puentes entre su maternidad, su militancia política, su profesión y su matrimonio. Mostrando cómo se puede ser feminista y al mismo tiempo militar en política mientras se atiende la profesión, se cuida a los hijos y se acompaña al marido, poseyendo una identidad propia, aún siendo la “señora de”.
Pudo hacer todo esto en la época en que parecía imposible lograrlo, sin optar entre una y otra pasión. Fue un modo de ser revolucionaria integrando las capacidades de la mujer.
Así la encuentra su cumpleaños, en el apogeo de una persona que hoy día responde: “queda mucho por hacer. ¿O no cree acaso que hay mucho por realizar para hacer al hombre? El enemigo que debemos combatir es tan potente, desde tanto tiempo es fuerte, aplastó a tanta pobre gente sin reprocharse nunca nada, que realmente, todo lo que se pueda hacer es poco.”
Festejamos el cumpleaños de la coherencia y la tenacidad gracias a las cuales se sumaron horas-conciencia con las que se construyó buena parte de esta claridad y estas posibilidades que tenemos hoy para pensar y hacer desde el género Mujer.
Y como es válido levantar la consigna feminista “lo personal es político”, debo reconocer que, cuando mi hija adolescente aplaude emocionada viéndola entrar en la Plaza de los Dos Congresos mientras me dice con total naturalidad, sin imaginar que ése es el resultado de muchos años de coraje y tesón:”!Mamá! ¡Está llegando Alicia! !Qué maravilla de mujer!”, yo resuelvo, en clave de esperanza, la fatiga que produce la lucha por la dignidad.
(*)Mi hijo Hernán fue un preso político desde septiembre 1973 hasta mayo 1986. Alicia Moreau de Justo se refiere al episodio en el cual lo detuvieron y desaparecieron durante una semana.