Un trago muy difícil de digerir

Un informe sobre un flagelo que cada día se acentúa más en nuestro país: el elevado consumo de alcohol en niños y jóvenes. Los enormes descontroles y peligros que conlleva este mal en la sociedad.



Un trago muy difícil de digerir - El alcoholismo en adolescentes, un flagelo que por ahora no tiene solución.



Jorge Fernández Gentile
jfgentile@cronica.com.ar
El consumo del alcohol en jóvenes, que ya no distingue sexo o condición social, no es un tema nuevo. Tampoco es una cuestión de fácil resolución, porque si bien existen muchas campañas, incluso encaradas por las mismas cerveceras y licoreras, el acceso de los niños y adolescentes cada vez más pequeños a una bebida espirituosa con alta graduación alcohólica es mayor. Porque si bien es cierto que cualquier comprador que va a un supermercado no puede adquirir una botella de cerveza o vino antes de las 10 y luego de las 20 horas, no sucede lo mismo en el almacén de la esquina o en quioscos que sí violan la norma e impiden que se cumpla con las leyes existentes. De igual manera, la compra de cualquier producto con graduación alcohólica por parte de jóvenes sin mostrar su correspondiente DNI también es una constante que no es fácil controlar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que tampoco hay contención en el ámbito familiar.
Los primeros pasos 
En muchas familias, hay padres que mantienen una costumbre que arrastran de la época de los abuelos: les hacen probar a sus hijos de 7 u 8 años un vaso de vino con mucha soda o agua, para ir “moldeándoles” el paladar. No hay riesgo alguno en ello, siempre y cuando esa prueba no comience a generar un aumento desmedido de las cantidades, en especial cuando, además del vino, se les da de probar cerveza u otro tipo de bebidas. Ese chico, que va camino a la adolescencia, desde los 13 años en adelante puede olvidar el consumo medido de alcohol cuando está acompañado de amigos que acostumbran, por ejemplo, a tomar Fernet con cola. Siempre alguno consigue la botella prohibida para compartir con los “gomías”. Por esto es importante que los padres hagan hincapié en el uso debido del alcohol y den el ejemplo en sus hogares, sobre todo en esta etapa de muchos cambios, y de definición y consolidación de la personalidad.
La previa es fatal 
Uno de los peores momentos en esta etapa de ebullición en los jóvenes es cuando llegan a la mayoría de edad porque pueden adquirir bebidas alcohólicas sin restricciones creyendo que se llevan el mundo por delante. Antes de cumplir los 18 años ya se vive la previa, en donde un grupo de jóvenes en un punto de encuentro comparten un momento consumiendo bebidas alcohólicas para alcanzar un grado de excitación que les permita “ganar” la noche, que en realidad recién empieza. Se dirigen a lugares bailables con la previa incluida, y luego siguen consumiendo. Esto termina en muchos comas alcohólicos, descontrol y momentos agresivos.
Más y más alcohol 
La noche es la gran cómplice de miles de jóvenes, porque es el momento en el que desafían los límites en cuanto al poder de resistencia, ya no solamente porque el desgaste en una disco o en un boliche es enorme, sino también porque el trago es un fiel compañero que puede generar aún más estragos. Es verdad, no todos son iguales. Hay jóvenes que controlan el consumo –en especial aquellos que conducen y asumen esa responsabilidad–, pero muchos asumen riesgos y, aun teniendo un volante y la vida de amigos y extraños en sus manos, no paran de beber. Si a esto se suma la ingesta de comidas y el cigarrillo, e incluso drogas, se genera un panorama peligroso.
Romper los límites 
Los efectos nocivos del alcohol se generalizan a partir de mediciones que marcan parámetros. Pero lo que pocos saben es que, aún cuando se habla de límites que no superan las mínimas, los efectos que el alcohol en sangre produce en un joven es elevado. Combinado con la adrenalina de una noche desenfrenada, ese peligro puede mantenerse latente incluso varias horas después de su ingesta. Es común ver a jóvenes tirados, literalmente desmayados, en la entrada de un edificio con una botella vacía a su lado. Esto da mucho dolor, vergüenza y a la vez impotencia.
Sobre todo cuando se aproximan las fiestas de fin de año, y las estadísticas y experiencias de vida nos indican que las acciones y esfuerzos fueron, a priori, insuficientes para evitar que los adolescentes sean víctimas de un sistema perverso que los expone a excesos, violencia y frustración, con un destino final trágico.
¿Qué se puede hacer? 
Obviamente, la educación es clave, pero no determinante. La influencia e imposición que generan los padres también es importante, pero cuando adquieren la mayoría de edad, ese vínculo sufre la independencia del joven y entonces el manejo y el control ya no es preponderante. Por eso, la gran apuesta, sin ponerla a la altura de salvadora, parecería estar en la formación inicial de aquel niño que debería comprender los riesgos que puede llegar a correr con el exceso de alcohol.
Palabras de especialista 
Rodrigo Bonini, especialista en Política Criminal, ha trabajado para los gobiernos nacional, provincial y porteño, e indica que desde hace algunos años se advierte una serie de síntomas vinculados al consumo abusivo de alcohol, que comienza a consolidarse y afecta mucho a jóvenes, provocando accidentes, violencia y adicción. Para Bonini, diversas encuestas y categóricos informes reflejan la evolución y complejización del consumo de alcohol entre jóvenes. Es que las estadísticas asustan (ver cuadro inferior). Si se analiza cualitativamente la composición, Bonini resalta que los especialistas hablan del desconocimiento y la falta de contención familiar: “Pocos padres saben que cuando un adolescente empieza a consumir grandes cantidades de alcohol en pocas horas tiene alto riesgo de sufrir trastornos neurológicos, cardíacos, digestivos y metabólicos, convulsiones, desvanecimientos, coma alcohólico y hasta pueden llegar a la muerte”.
7 de 10 estudiantes secundarios reconoce
haber consumido alcohol alguna vez.
42 por ciento de los menores de 14 años declara
haber consumido bebidas
alcohólicas.
15 y 16 años en ese corto segmento de la
adolescencia, el 71% de los jóvenes
reconoce haber probado alcohol.
30 por ciento de los jóvenes de entre 13 y 19 años
que se hicieron atender en el servicio
de toxicología del Hospital de Niños
de La Plata fueron casos de ingesta
de alcohol.
Triste podio Argentina aparece como el segundo
país de Latinoamérica en la ingesta
de alcohol, según la OMS.