La violencia de género en la India ganó un espacio de expresión que se instala como modelo en el mundo

Cinco mujeres víctimas de ataques con ácido atienden un bar en la ciudad de Agra. Además de fomentar la reinserción en el mercado laboral de las víctimas, se busca combatir la indiferencia social frente al tema

En el bar hay murales con rostros de mujer que riden homenaje a las víctimas
En el bar hay murales con rostros de mujer que riden homenaje a las víctimas
El ataque con ácido tiene una connotación salvaje. La intención del agresor es eternizar el efecto, volver atemporal el mal infligido, menoscabar la integridad de la persona, arrebatarle su identidad, adherirle vergüenza a su conducta diaria. Cinco mujeres sobrevivientes a ataques con ácido montaron un bar y una nueva vida intenta atemperar tanto horror.
 Nueve de cada diez víctimas de ataques con ácido son mujeres
La consigna es vender café y contar su historia. Porque al contarla, el objetivo de sus agresores se debilita. Es un descargo público a la cultura india, que se empeña en marginarlas. Es una exhibición del mal causado sobre un rostro corrompido que sonríe para transgredir el propósito del victimario. Privadas de su belleza y de su identidad, estigmatizadas injustamente por una sociedad que las condena, las cinco chicas venden café y sonríen.
El bar es un refugio cultural que queda en la ciudad de Agra, en India
El bar es un refugio cultural que queda en la ciudad de Agra, en India
La cafetería habla de su esencia. Se llama "Sheroes Hangout", una traducción que sugiere la calificación de heroínas. Es un espacio regentado y atendido por cinco víctimas de ataques con ácido que exhiben sus rostros desfigurados para desafiar la apatía y la indiferencia de un pueblo insensible. Se ubica en la ciudad de Agra, en India, y desde su apertura en 2013 recibe un promedio de cien visitantes diarios.
Hay talleres de lectura, centros de activismo y jornadas recreativas
Hay talleres de lectura, centros de activismo y jornadas recreativas
La iniciativa fue idea de "Stop Acid Attacks", una fundación creada para concientizar sobre una ramificación de la violencia de género. El organismo predica con aperturas de espacio en donde las víctimas puedan recobrar su autoestima, recuperar su confianza y reinsertarse en un mercado laboral que las mira de reojo. Sobre cada mesa luce una breve reseña con una moraleja de consigna: se les recomienda a los visitantes desprenderse de los prejuicios hacia su naturaleza e invita también a despojarse de otros más enraizados.
 Cada año, al menos 1.000 personas en la India son quemadas con ácido
Pero "Sheroes" no sólo es un comercio: su tesitura lo convierte enun auténtico centro cultural. Dispone de un taller de lectura, con una biblioteca dotada de publicaciones de Mandela, Gandhi, el Dalai Lama donados por los clientes. Allí se dictan clases de educación como metáfora de la vida de sus agresores. Bajo un centro de activismo se coordinan programas de conocimiento básico jurídico, de ciencias políticas, de cine, de arte y primordialmente sobre cuestiones culturales y de género. También se desarrollan en el espacio común del bar talleres de artesanías y exposiciones artísticas. Se organizan reuniones para lecturas de poemas y libros y exhibiciones para crear un entorno constructivo y social.
Las cinco mujeres indias víctimas de ataques de ácido que regentean y atienden la cafetería en India
Las cinco mujeres indias víctimas de ataques de ácido que regentean y atienden la cafetería en India
El bar es una excepción. Califica como refugio en el contexto de una ciudad caótica. Colorido, acogedor, decorado con grafittis, entre paredes pintadas por voluntarios con leyendas de lucha y murales dedicados a la mujer, trabaja Rupa, de 24 años. A los quince, su madrastra la roció con ácido mientras dormía porque no quería que se casara: no quería que se mudara y que dejara de ayudar en su casa. Se le derritió la piel de labios, nariz y mejilla. Tardó tres años y siete cirugías en mirarse al espejo. Una operación menos que las ocho que necesitó Ritu, una compañera de trabajo de 22 años, quien sufrió quemaduras en el 90% de su cara y la pérdida de un ojo. A consecuencia de una disputa por las propiedades de sus padres fue atacada en la calle por un desconocido. Neety, de 24 años, que perdió la vista cuando su padre le lanzó ácido a la cara, y Dolly, de 16 años, que fue atacada por un hombre a quien había rechazado, también conforman el plantel de mujeres que atiende la cafetería.
El año pasado fueron denunciadas 309 quemaduras con ácido en India. Una cifra menor en relación a los mil ataques anuales que se estiman en aquel país. El deseo y el objetivo final de la cafetería, encarnada por la campaña "Stop Acid Attacks" y la ONGFundación Chhanv, es reducir la distancia de esas estadísticas. Con un trabajo de sociabilización a partir de la exposición de un flagelo escondido que avergüenza más a un país que a sus propias víctimas. Con trabajo, espíritu, entusiasmo y sonriendo, las cinco mujeres atacadas con ácido recuperaron su identidad y ahora se muestran como realmente son: auténticas luchadoras.