El gobernador de Tucumán, Juan Manzur, caminó
desde la Presidencia de la Cámara de Diputados hacia el Senado con una
colaboradora. Salió distendido de la reunión porque, coincidió con sus colegas,
se acababa de ratificar el acuerdo del último viernes y todas las partes
estaban conformes. Pero se dijo preocupado por las imágenes que estuvieron
viendo por televisión. El vicejefe de gobierno de la Ciudad, Diego
Santilli, había llegado para informarles sobre el operativo que la Policía
de la Ciudad lleva adelante y para tomar decisiones con el jefe de
Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. Manzur llegó a la puerta que
divide el sector de Diputados de la Cámara alta y la encontró cerrada con
llave. Ni siquiera el custodio que se encontraba del otro lado tenía la
posibilidad de abrirla por lo que tuvo que esperar hasta que, aviso por handy
mediante, alguien la abrió y la dejó preparada para la salida del resto de los
gobernadores, casi atrincherados en el interior del Palacio Legislativo.
En el Senado prácticamente es asueto y en Diputados no hubo
una orden por escrito pero se redujo el personal al mínimo indispensable, con
la promesa de no controlar asistencia, para evitar que como la semana pasada
haya exceso de personal en circulación. En ese marco, con algunos abriendo
ventanas o saliendo incluso a la escalinata que da a Plaza del Congreso para
mirar lo que sucede afuera, el jefe de Gabinete Marcos Peña y Rogelio
Frigerio lograron el respaldo y presencia de seis gobernadores
peronistas (Rosana Bertone de Tierra del Fuego; Manzur de
Tucumán; Juan Manuel Urtubey de Salta; Mariano Arcioni de
Chubut; Domingo Peppo de Chaco y Gustavo Bordet de
Entre Ríos), cuatro propios (Gerardo Morales, de Jujuy; Rodríguez
Larreta de la Ciudad, María Eugenia Vidal de Buenos
Aires y Alfredo Cornejo que desde Mendoza no pudo llegar a
tiempo) y tres provinciales (Hugo Passalacqua de Misiones; Alberto
Weretilneck de Río Negro y Omar Gutiérrez de
Neuquén).
El primero en llegar al Congreso para la reunión de
gobernadores, más allá del 'anfitrión' Emilio Monzó, fue Rogelio Frigerio,
Ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda, apenas pasadas las 9:30 de la
mañana. Elisa Carrió fue la última en sumarse al
encuentro de funcionarios, jefes de bloques (Nicolás Massot, Mario Negri y del
bloque Argentina Federal Pablo Kosiner) y once gobernadores más el jefe de
gobierno porteño cuando la foto conjunta ya había sido sacada y el acuerdo
vuelto a sellar. Fue un gesto contundente de apoyo a la reforma previsional
pero un gesto que costó armar. No hubo sonrisas en la foto, excepto la
del jujeño Morales que se había tomado el trabajo de llamar uno por
uno a los diputados de su provincia para que contribuyeran con el quórum y el
voto, incluso a José Luis Martirena, del Bloque Justicialista, que ya había
anunciado su posición inclaudicable en contra.
En el Salón Azul quedó la mesa preparada para una
conferencia de prensa que no ocurrió: trece asientos con sus respectivos
micrófonos y botellas de agua. Incluso se pensó en algún momento que la puesta
en escena contara también con la participación de los diputados nacionales que
darían quórum, que finalmente fueron 130, apenas uno más de los
necesarios. Pero los gobernadores, que se quedaron hasta mucho después de
que arrancara la sesión, prefirieron quedarse en el salón de Presidencia de la
Cámara baja y el Gobierno desistió de hacer una declaración conjunta cuando se
iniciaban los primeros incidentes en la Plaza del Congreso. "Hacen el
ajuste fiscal, ponen los votos, más no les podemos pedir", admitían
voceros oficialistas mientras suspendían la convocatoria a los medios. Los
gobernadores tampoco quisieron hablar y de hecho no hicieron declaraciones al
momento de retirarse. Solo informalmente varios de los peronistas comentaron
a Infobae que el acuerdo por el bono distendía la votación,
que habían conversado los detalles de su aplicación para jubilados según los
años de aportes y beneficiarios de planes sociales, la gravedad de la violencia
y represión en la calle y que Peña y Frigerio les agradecieron que finalmente
hayan acompañado el proyecto de Mauricio Macri como antes lo habían hecho en el
Senado. Todos aseguraron que los votos están garantizados para que
salga la ley. Pero una conferencia habría sido demasiado costo para
los representantes del Partido Justicialista que hace pocos días no terminaban
de dejarse convencer por el Gobierno.
En la reunión de gobernadores y funcionarios del Ejecutivo
hubo al principio solo agua y café y cuando empezó a extenderse empezaron a
llegar las bandejas con sandwichitos primero y empanadas después. Para cuando
se retiraron, una hora y media después del inicio de la sesión, con el quórum
sostenido y la oposición en sus bancas, se notó la preocupación en las
respectivas custodias: los manifestantes avanzaron sobre la calle Alsina donde
la mayoría había dejado sus autos y hubo que organizar un operativo a
contramano por avenida Riobamba hacia Mitre para poder sacar a los
gobernadores. En los pasillos se empezó a sentir el olor del gas pimienta que
provocó ardor en los ojos y nariz de algunos funcionarios cuando se retiraban.
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